Paz inaplazable en Oriente Medio

Al Estado de Israel hace tiempo que se le acabó el enorme periodo de gracia de que ha disfrutado con la arbitraria y desmesurada ayuda norteamericana. La opinión pública ya está cansada de arrogancias, prepotencias y de caminar con la mirada en el retrovisor haciendo a la humanidad responsable de los padecimientos sufridos. También otros pueblos padecieron injusticias y es preciso repararlas sin sembrar el terreno para nuevas venganzas porque la victoria nunca traerá la paz ya que la alimenta el resentimiento.
Es preciso ayudar a Barak, a pesar de su arrogancia, que es el mal de los militares de ocupación que son incapaces de ver a los árabes como a sus iguales al estar dominados por el desprecio. Analizando el lenguaje de los líderes israelíes y de los medios que les son propicios, se encuentran estas expresiones: "conocemos a los árabes, esta gente engaña, miente, embarulla y son retorcidos por naturaleza". Hay que presentarles una oferta que no puedan rechazar y exigirles una "respuesta". Un árabe debe "interiorizar" lo que le dices. Tiene que "madurar" y ser "claros con él" para que sea capaz de entender. Si no acepta lo que le propones, es que "nadie puede hablar con él". Dice el gran comunicador Uri Averny que estas expresiones son corrientes en la lengua hebrea actual.
Así se expresa el general Barak y repiten los medios afines mientras el mundo entero ha sido incapaz de descubrir el menor gesto de cortesía hacia Arafat y su equipo durante la cumbre de Camp David.
Por otra parte, Barak adolece de ignorancia acerca de la realidad palestina pues es imposible olvidar que Arafat jamás podrá renunciar a la soberanía sobre los lugares santos del islam. De ahí que los expertos israelíes estaban convencidos de que podrían conseguir lo que quisieran empleando la astucia: Al-Qods en lugar de Jerusalén, Abou Dis en lugar de Monte del Templo, una "soberanía funcional", un estatuto de embajada para el Haram al-Sharif. Por eso, cuando Arafat exige la soberanía sobre Jerusalén los medios israelíes lo califican de "primitivo", "loco" y "terrorista", lo cual, en boca de los descendientes de los sanguinarios grupos terroristas Irgún y Stern, no deja de resultar irritante.
Añade Avnery que parece que ningún consejero sea capaz de recordarle a Barak los sentimientos de los palestinos y la importancia que la cultura árabe concede a las relaciones personales y a la generosidad del más fuerte. Durante diez días vivió Barak a cien metros del líder palestino y se resistió a ningún encuentro personal, "ni siquiera para tomar una taza de café". "Su lenguaje corporal, reportaron los periodistas israelíes, expresaba todo su fastidio hasta el punto de que durante la cena oficial, y a pesar de estar sentado a su lado, se pasó el tiempo hablando con Chelsea"
¿Qué duda cabe que Barak ha ido más lejos que todos sus predecesores contribuyendo a destruir la absurda máxima impuesta por los sionistas "Jerusalén, capital eterna"?
No se pueden conculcar por más tiempo las decisiones del Consejo de Seguridad que exigen abandonar las tierras ocupadas durante una acción de guerra, ni alardear que el 80% de los colonos israelíes tendrán fronteras permanentes dentro de una Cisjordania israelí. No se pueden ignorar el derecho internacional ni las costumbres seculares. No es posible humillar tanto y tantas veces a aquellos con quienes se está llamado a convivir porque la sociedad actual ya no admite despotismos ni prepotencias.
Que los vientos que se siembran desde hace décadas no se conviertan en las tempestades que se empeñan en recordar. La historia es implacable con los que vacilan. Barak tiene ante sí un espléndido desafío: paz con Palestina o la hecatombe política. La paz significa una Jerusalén capital de los dos Estados. Nadie puede olvidar que las monarquías y los regímenes feudales del Golfo, en los que se apoya Israel por medio de EEUU, tienen menos futuro que las monarquías de Siria, Irak o Irán que padecieron revoluciones inexorables y de las cuales las grandes potencias han de ayudarlas a evolucionar hacia regímenes de derecho, de paz y de justicia en una convivencia fructífera, en lugar de las guerras en las que los envolvieron los beneficiarios de sus riquezas naturales.
¡Paz sobre Jerusalén, Salam, Shalom!

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 09/10/2000